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El sermón del monte

Viendo la multitud, subió al monte y se sentó. Se le acercaron sus discípulos, y él, abriendo su boca, les enseñaba diciendo:

Las bienaventuranzas(A)

«Bienaventurados los pobres en espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los que lloran,
porque recibirán consolación.
Bienaventurados los mansos,
porque recibirán la tierra por heredad.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia,
porque serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos,
porque alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los de limpio corazón,
porque verán a Dios.
Bienaventurados los pacificadores,
porque serán llamados hijos de Dios.
10 Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos.
11 Bienaventurados seréis cuando por mi causa os insulten, os persigan y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.

12 »Gozaos y alegraos, porque vuestra recompensa es grande en los cielos, pues así persiguieron a los profetas que vivieron antes de vosotros.

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Jehová pleitea con Israel

«Oíd ahora lo que dice Jehová:
¡Levántate, pelea contra los montes
y oigan los collados tu voz!
Oíd, montes
y fuertes cimientos de la tierra,
el pleito de Jehová,
porque Jehová tiene un pleito con su pueblo
y altercará con Israel.

»Pueblo mío, ¿qué te he hecho
o en qué te he molestado?
Di algo en mi contra.
Te hice subir de la tierra de Egipto,
te redimí de la casa de servidumbre
y envié delante de ti a Moisés,
a Aarón y a María.
Pueblo mío, acuérdate ahora qué aconsejó Balac,
rey de Moab,
y qué le respondió Balaam
hijo de Beor,
desde Sitim hasta Gilgal,
para que conozcas las justicias de Jehová.
»¿Con qué me presentaré ante Jehová
y adoraré al Dios Altísimo?
¿Me presentaré ante él con holocaustos,
con becerros de un año?
¿Se agradará Jehová de millares de carneros
o de diez mil arroyos de aceite?
¿Daré mi primogénito por mi rebelión,
el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma?
Hombre, él te ha declarado lo que es bueno,
lo que pide Jehová de ti:
solamente hacer justicia,
amar misericordia
y humillarte ante tu Dios.

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Los que habitarán en el monte santo de Dios

Salmo de David

15 Jehová, ¿quién habitará en tu Tabernáculo?,
¿quién morará en tu monte santo?
El que anda en integridad y hace justicia;
el que habla verdad en su corazón;
el que no calumnia con su lengua
ni hace mal a su prójimo
ni admite reproche alguno contra su vecino;
aquel a cuyos ojos el indigno es menospreciado,
pero honra a los que temen a Jehová;
el que aun jurando en perjuicio propio, no por eso cambia;
quien su dinero no dio a usura
ni contra el inocente admitió soborno.

El que hace estas cosas, no resbalará jamás.

Cristo, poder y sabiduría de Dios

18 La palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios, 19 pues está escrito:

«Destruiré la sabiduría de los sabios
y frustraré la inteligencia de los inteligentes.»

20 ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el que discute asuntos de este mundo? ¿Acaso no ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo? 21 Puesto que el mundo, mediante su sabiduría, no reconoció a Dios a través de las obras que manifiestan su sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación.

22 Los judíos piden señales y los griegos buscan sabiduría, 23 pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura.

24 En cambio para los llamados, tanto judíos como griegos, Cristo es poder y sabiduría de Dios, 25 porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.

26 Considerad, pues, hermanos, vuestra vocación y ved que no hay muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; 27 sino que lo necio del mundo escogió Dios para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios para avergonzar a lo fuerte; 28 y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, 29 a fin de que nadie se jacte en su presencia. 30 Pero por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención, 31 para que, como está escrito: «El que se gloría, gloríese en el Señor.»

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